MEDITACIÓN:
¿COMO SON TUS OJOS SEÑOR?…
Quiero ver tu rostro radiante y
apacible y ver como son tus ojos Dios. Pero sé que sólo puedo verlos si
me olvido por un instante de mis circunstancias adversas y si no escucho las
voces ocultas en las sombras de mi corazón. Veo tus ojos entonces con una
dulzura permanente en mí... siempre estás ahí, no desapareces. A veces creo que
te has ido y es que estoy mirando con ira todo y a todos los que me producen
dolor. Pero basta un instante y tu espíritu me hace recordar: que tú estas tan
cerca para ver, cómo son tus ojos Señor. Me detengo en mí caminar ansioso
por tratar de alcanzar un lugar en este mundo y entonces esos impulsos dejan de
tener importancia. Veo tus ojos que me miran con paciencia, esperando que te entregue
todas mis cargas, todas mis vestiduras negras
que ponen peso y opresión a mi
vida. Quieres vestirme con traje de lino blanco como tu paz y así poder
abrazarme, porque sabes que necesito primero ser libre de mis pecados y su frutos en mi
alma.
Y tus ojos me miran... están enmarcados en un rostro color del trigo,
cercano, para que pueda ver los detalles de tu expresión mirando al cielo y
después a mi rostro. Me observas y parpadeas lentamente, y luego... una sonrisa de
aceptación por mi, porque soy parte de tu creación ¡Tú eres mi Padre del Cielo! Me
miras al igual que contempla una madre a su niño recién nacido: No miras ahora
la suciedad de mi pasado, sino el corazón sensible que tú colocaste desde que
estaba en el vientre de mi madre. Cada vez me siento más atraído hacia ti
porque me estás rescatando y actuando con tu Santo Espíritu en mi vida. Veo
entonces, en tus ojos, unas lágrimas inesperadas y entiendo que estás sintiendo
el dolor de mis recuerdos dolorosos, porque sabes como se ensució mi alma: con
mecanismos de mentira en mi mente y corazón porque necesitaba disimular lo que
no quería entender o aceptar, porque me causaba
tanta vergüenza y dolor. Así fue como tomé el camino de la venganza, el
camino fácil de culpar siempre a otros y cubrí con barro mis ojos. Veo tus
lágrimas, son las de un padre por el hijo que torció su camino a causa del
pecado, pero sabes que yo solo no puedo enderezarlo porque estoy atrapado en mi
ceguera espiritual que estás derribando. Tanta ira y frustración me han tenido
encadenado; solo la luz de tus ojos pueden alumbrar las profundidades de mi
mundo interior. Más tengo esperanza, has quitado el velo y veo en ti una mirada
de invitación para que te siga, ahora que soy tu hijo. Diriges tus ojos hacia
tus manos y me muestras las marcas de la cruz por mí y la humanidad y entonces
recuerdo tu plan de salvación para mi vida y porque fue importante y necesaria
mi decisión para aceptarte; para empezar en un nuevo comienzo pero ahora de tu
mano Señor. Es el encuentro de tu amor perfecto, Jesús, y mi amor imperfecto.
Pero en este éxtasis siento de pronto temor... Tu imagen se nubla. Retrocedo.
No entiendo. Te necesito y al mismo tiempo siento angustia. Es que tu eres tan
grande y santo y yo tan pequeño y pecador. ¿Cómo podría agradarte, si aun mis
pensamientos me traicionan en un instante?...Es que me es difícil comprender lo
que significa la gracia, un regalo de amor de Dios. Porque en mi vida siempre
tuve que dar algo a cambio para poder ser amado y aceptado y solo he conocido el
amor imperfecto y condicional. Y siento una lucha interna; es que dentro de mí
moran dos naturalezas que se oponen entre sí. Una es lo que llamas en tu
palabra la carne y otra, mi espíritu. Mi carne quiere ser el centro de mi mundo
interior con sus deseos egoístas, destructivos y, mi espíritu te anhela porque
siente un vació del tamaño de Dios. Pero tu has colocado en medio mi alma:
anhelos, deseos, sentimientos, emociones, recuerdos y en el centro lo más
importante: mi voluntad, para que yo pueda decidir a cual naturaleza seguir. Y
en esa lucha debo escoger entre el bien o el mal que mora en mis tinieblas, el
perdón o estar encadenado al odio, seguir a mi yo esclavizante y ciego, o a tu
presencia de luz radiante. Es mi voluntad victoriosa y escojo seguirte en el
camino de tu luz, porque... tengo tanta sed de amor, tanta sed de perdón. Me
postro a tus pies Jesucristo, porque quiero conocer tu instrucción y ver
libremente y por siempre, cómo son tus ojos Señor. Siento entonces, tu abrazo
profundo, haz limpiado mi corazón de la carga de mis pecados porque me has
perdonado; ¡Gracias Señor! Y sé que mientras camine a tu lado, irás quitando
mis vestiduras de ira, odio, culpa, temor para que ya no me sienta pequeño ante
ti ni el mundo. Para que ya no sienta inquietud ni aflicción, porque ahora me
dices que soy nueva criatura, que soy hijo de Dios. Y mientras tomas mis manos,
levanto mi cabeza tímidamente y miro, cómo son tus ojos Señor: Ojos de Padre de
amor perfecto, ojos que ven dentro de mi un corazón creado a tu imagen y
semejanza y que irás perfeccionando y renovando cada día. Tú irás delante de mí,
me guiarás con tu luz en mi mundo de tinieblas y destruirás a mis enemigos que
me esclavizan para que yo pueda alcanzar libertad y paz interior y que solo tú
sabes dar a través de tu amor incondicional y tu palabra. Así renovarás, en un
proceso, mi mente y corazón para que yo pueda ver libremente como tu hijo, como
son tus ojos Señor... “De continuo están mis ojos
hacia el Señor, porque El sacará mis pies de la red” (Salmo 25:15)...
No hay comentarios:
Publicar un comentario